viernes, 4 de marzo de 2022

¿Cuándo empieza el "año" mexica?

Una aclaración a un problema antaño

     ¿Cuándo empieza el “año mexica”? Esta es una de las preguntas más recurrentes de las personas que se acercan a conocer los pormenores del conteo temporal en Anáhuac. También es una de las preguntas que más confusión crean a la hora de obtener una respuesta. Esto no es nuevo. Es un problema antaño que viene desde el lejano siglo XVI.

     Desde las descalificaciones y ataques que hizo Fray Bernardino de Sahagún a su correligionario Fray Toribio de Benavente, (Motolinia) en las que discutían la naturaleza y mecanismo del sistema de conteo temporal mexica(1), hasta las interpretaciones de León y Gama y posteriores estudiosos decimonónicos y eruditos de la actualidad (2), se ha intentado comprender lo que hoy llamamos “calendario mexica”. Desafortunadamente no ha sido sencillo llegar a consensos al respecto de saber bien a bien cómo funcionaba.

      Resulta difícil de creer que a una pregunta tan sencilla para nosotros como el de “cuándo empieza el año”, haya generado durante cinco siglos tantas respuestas tan variadas, y en algunos casos, absolutamente contradictorias. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué desde los primeros frailes que hicieron esta misma pregunta a los nativos sobrevivientes de los años de conquista reportaron fechas tan diferentes? La respuesta es que se ha tratado de comprender un mecanismo de conteo temporal totalmente ajeno y distinto a nuestra propia comprensión occidental de lo que es un calendario. Estudiarlo desde las categorías mentales y conceptos cristiano/occidentales ha sido la gran limitante para ello.

     Aquí cabe preguntarnos lo siguiente: ¿Existía para los mexicas algo llamado “inicio de año”? o más aún: ¿Existía algo llamado “año” como lo concebimos actualmente?

     Es muy revelador el testimonio que dejó escrito el padre Sahagún en su obra de “Historia general de las cosas de la Nueva España”, pues al investigar sobre el día en que empezaba el “año” entre los antiguos nahuas se asombró de la variedad de respuestas que recibió:

“Es de notar que discrepan mucho en diversos lugares del principio del año. En unas partes me dijeron que comenzaba a tantos de enero; en otras, que a primero de febrero; en otras, que a tantos de marzo”. (3)

      Para remediar tal confusión, el fraile franciscano pidió a sus informantes que se reunieran y determinaran cuando efectivamente empezaba el año de los mexicas. Esto fue lo que sucedió:

“En el [colegio de] Tlatelolco junté muchos viejos, los más diestros que yo pude haber, y juntamente con los más hábiles de los colegiales, se altercó esta materia por muchos días, y todos ellos concluyeron que comenzaba el año [en el] segundo día de febrero”.(4)

     ¿Por qué fue tan difícil para estos diestros viejos nahuas contestar una pregunta tan simple como el que dijeran cuándo empieza el “año mexica”? ¿por qué necesitaron muchos días para discutirlo? Para mi la respuesta es sencilla: No entendían a qué se refería Sahagún con su pregunta de cuándo, en el calendario cristiano, daba inicio el “año mexica”. Notemos que los informantes nahuas y los más hábiles colegiales dieron su respuesta en términos del año cristiano, lo que significa que para estas alturas debieron ya de tener noción de cómo funcionaba el calendario de los castellanos y, en teoría, debería de haber sido algo “simple” dar respuesta a esa sencilla pregunta, pero no fue así; y como apuntó Sahagún, se alterco esta materia por varios días.¿No será que es completamente distinto el concepto y significado de “inicio de año” para los españoles que para los nahuas? Yo pienso que, en efecto, así es. Para los castellanos el inicio del año es siempre el primer día del mes de enero y enero siempre caerá en invierno (para el hemisferio norte), los equinoccios siempre ocurrirán en marzo y septiembre y los solsticios siempre serán en junio y diciembre. En otras palabras: el calendario cristiano busca mantenerse fijo respecto a la posición de la tierra respecto al Sol. En esto estriba el gran problema; pues muchos estudiosos actuales y pretéritos, desde el mismo siglo XVI, han querido dotar de atributos al mecanismo calendárico nahua como si fuera el calendario occidental. Ejemplo de ello es esta cita del padre Francisco de Las Navas, quien al darse cuenta de que en la cuenta nahua no había un mecanismo de corrección tipo “bisiesto”, propuso nuevas reglas para incluírselo.

El cronista Muñoz Camargo reportó esta regla inventada por el padre De Las Navas:

Del bisiesto.

Para que este calendario no carezca del bisiesto, como no es razón, hase de notar que siempre será bisiesto en el año tecpatl xihuitl, de cuatro en cuatro años, y no en otra de las cuatro figuras, pues todos los años de tecpatl xihuitl son bisiestos, en esta manera: el año de 1522 fue ocho tecpatl xihuitl, y fue bisiesto el primer día de aquel año, y fue tecpatl, que fue a 24 de febrero, que ansí mismo cincuenta y cinco días del año, que fue a 15 de su tercer mes sobre la figura malinalli. Y ansí, siempre será, en este día de malinalli, bisiesto.

(Muñoz Camargo, 1984: 222)

      Hay que notar que el padre De las Navas insertó este supuesto “bisiesto nahua” en el mismo día en el cual los europeos de la época introducían el bisiesto del calendario juliano, es decir en el día 24 de febrero, con lo cual se puede demostrar la intención castellana de modificar la cuenta nativa para equipararla con el calendario cristiano.

     En este afán, se le ha tratado de agregar un mecanismo correctivo ( bisiesto, estiramientos de horas, días gemelos, días mohuechihua, etc.) para compensar el desfase de usar un año de 365 días y así mantenerlo fijo respecto a un punto del año trópico. En otras palabras, durante siglos se ha querido agregar un mecanismo que mantenga fijas las dieciocho fiestas del calendario nahua respecto a los meses cristianos. En esa sazón, se ha pretendido hacer que la veintena de la fiesta de Cuahuitl Ehua (5) empiece SIEMPRE en febrero o en marzo, pero esto no es correcto, pues al contar de tan solo 365 días, el ciclo mexica se va adelantando alrededor de un día cada cuatro años respecto al calendario cristiano, que sí cuenta con un mecanismo de corrección para compensar el efecto del corrimiento del año trópico.

     Retomando la pregunta que les hizo Sahagún a sus informantes nahuas, podemos notar que fue un cuestionamiento que no comprendieron inicialmente; porque en la forma de conteo temporal nahua no hay algo que se llame “inicio de año”. Lo que sí hay es un ciclo de dieciocho fiestas veintenales que inicia con la fiesta de Cuahuitl Ehua (también llamada Atl Cahuallo), -que por los años del siglo XVI en que Sahagún recabó estos datos empezaba el 2 de febrero, juliano-, y termina con la fiesta de Izcalli. Al concluir estas dieciocho fiestas habrán transcurrido tan solo 360 días (18x20), a los cuales se agregan cinco días aciagos (6) para alcanzar los 365 días que acerquen a la anual revolución de la tierra respecto Sol. Esta secuencia de fiestas es un ciclo que se repite cada 365 días y no tiene relación con algún punto fijo del año trópico, pues no contiene ningún mecanismo de ajuste o corrección para alcanzar el real valor del año que es de 365.2422 días. En otras palabras, el inicio de las fiestas veintenales nahuas NO está anclado a un día ni a un mes fijo respecto al calendario cristiano, pues es un ciclo dinámico que se va moviendo ordenadamente a lo largo del calendario cristiano. Es decir, y solo a manera de ejemplo para su comprensión:

Supongamos que el 24 de febrero del año cristiano 2020 hubiera dado inicio el ciclo de las dieciocho fiestas veintenales nahuas con el día primero de la fiesta de Cuahuitl Ehua, para el año 2024 ya se habrá adelantado este inicio del ciclo nativo para un día antes, es decir, para el día 23 de febrero, pues en el calendario cristiano se agregará un día bisiesto (29 de febrero) mientras en la cuenta nahua no se habría agregado ningún día extra. Lo mismo pasará para el año 2028. El inicio del ciclo de las fiestas veintenales iniciaría ese año el día 22 de febrero, pues nuevamente se habrá incluido un día bisiesto en el calendario cristiano pero en la cuenta nahua no, y esto sucedería cada cuatro años, ya que es la cantidad de tiempo para que en la cuenta cristiana se agregue un día bisiesto al calendario.

Tratar de atribuirle al sistema de conteo mexica los conceptos y definiciones occidentales de tiempo y sus divisiones en año, mes, día y hora ha sido una constante de quienes han tratado de comprenderlo. Esto, como dije, ha sido un error desde el siglo XVI. Un error natural y entendible pues los frailes desde un principio trataron de estudiarlo desde sus propias concepciones y categorías occidentales, pues era lo que ellos conocían y esperaban que la cuenta de tiempo nahua se comportara de la misma forma.

En resumen:

     La cuenta de las dieciocho fiestas veintenales y los nemontemi, de 365 días, es vaga; es decir, no tiene ajustes para mantenerse anclada a un punto fijo con respecto al año trópico, como lo hacemos con los meses en el año gregoriano, lo que hace que su inicio se adelante respecto al calendario cristiano a razón de aproximadamente un día cada cuatro años. Esto no quiere decir que sea un sistema calendárico menos “preciso” que el actual, o que los antiguos astrónomos no hayan calculado el valor real del año trópico. No es así. Hay evidencia arqueológica, como los observatorios subterráneos o marcadores de horizonte, que nos muestran que éste podía ser medido con relativa facilidad. Dicho de otra manera, los antiguos cronómetras nahuas abordaron de distinta forma que los cristianos el corrimiento del año trópico, pues el sistema calendárico nahua no agrega artilugios humanos para corregirse, pues, probablemente, este desfasamiento fue conscientemente medido y controlado y permite corregirse a sí mismo, al volver a sincronizarse con la naturaleza y con los ciclos astronómicos asociados, después de 1508 años de 365 días (550,420 días), lo que corresponde a 29 ciclos de atados de Fuego Nuevo (7). En otras palabras, es un mecanismo calendárico dinámico y en MOVIMIENTO, y no fijo como el que usamos actualmente en el mundo occidental.

Como se puede ver, el mecanismo calendárico nahua es un muy distinto al calendario cristiano que hoy conocemos, pues, además, cuenta con otras dimensiones que se suman a las temporales. Cada año y cada día están asociados a un rumbo (oriente, norte, poniente o sur), así como a un color de cuatro posibles (amarillo, negro, rojo y blanco), y, con probabilidad, a un elemento alquímico (tierra, aire, agua y fuego). Todos estos atributos dotan a este mecanismo calendárico de características propias, algunas de las cuales no son equiparables con ningún otro en el resto del mundo.

Ahora bien, además de seguir y medir el tiempo corriente, otra de las funciones del mecanismo calendárico nativo era el de poder pronosticar, predecir u observar eventos del futuro o del pasado, pues estaban convencidos que el tiempo es cíclico. Esto quiere decir, según esta cosmovisión, que es probable que ciertos eventos manifiesten rasgos muy similares después de completarse estos ciclos temporales. Pusieron tanto énfasis en entender estas cualidades espacio/temporales, que habrían podido calcular el tiempo exacto en que llegarían los españoles al actual México. Probablemente, es debido a esta naturaleza temporal de la cosmovisión nativa, que se recibió en paz a Cortés y sus huestes en Tenochtitlan, pues la clase gobernante era consciente de que el fin de un ciclo había llegado (8).

Existen muchas fuentes del siglo XVI (nahuas, mayas y tarascas) que nos hablan sobre los presagios y profecías de la llegada de los españoles a estas tierras y de la pronta entrega del gobierno a ellos. El siguiente texto, recopilado por el mismo padre Sahagún, parece confirmar la visión nativa referente a la temporalidad cíclica de la cosmovisión nahua:


Oc cepa iuhcan yez oc ceppa iuh tlamaniz in jquin, in canin.

In tlein mochioaia cenca ye vecauh

in aiucmo mochioa, auh oc ceppa mochioaz,

oc ceppa iuh tlamaniz, in iuh tlamanca ie vecauh, 

in iehoantin in axcan nemi, oc ceppa nemizque, iezque.


Otra vez así será,

otra vez se extenderá el aquí y el ahora.

lo que se hacía hace mucho tiempo ya no se hace, pero otra vez se hará, otra vez pasará

como pasó hace mucho tiempo,

aquellos que hoy existen, otra vez existirán, serán.

Códice florentino, libro VI, capítulo 41;Cf. Johansson, Machiotlahtolli


Por todo lo que se ha expuesto, podemos notar entonces que el sistema de conteo temporal nahua es totalmente distinto, en estructura y en funciones -que están más cerca de lo ontológico que de lo agrícola-, al mecanismo calendárico cristiano, y por esta razón es que se han cometido distintos y variados errores al tratar de explicarlo, pues se ha abordado desde nuestras propias concepciones occidentales, y en este afán, a lo largo de tantos años, se han creado distintas versiones y propuestas de su funcionamiento que han tratado de mantenerlo anclado y fijo a los días y meses del año cristiano, razón por la cual, hoy en día, se pueden encontrar tan distintas y variadas posiciones que confunden a las personas que se acercan a este conocimiento, como las de la neo-tradición mexica (9) o como los neo-toltecas (10) que pretenden dotar de atributos correctivos a una cuenta nativa que no los necesita, pues al hacerlo se rompe la sincronía que hay con otros distintos ciclos paralelos, como el del ciclo sinódico de Venus de 584 días (11) o el ciclo de 73 veces el tonalpohualli, que se empata con el ciclo de la fiestas veintenales después de 18,980 días naturales.

El que no nos parezca “lógico” desde nuestro tiempo que no haya existido un mecanismo de corrección en la cuenta calendárica nahua, no quiere decir que no haya sido lógico para ellos, y que además no significa que no hayan encontrado una solución distinta a la cristiana. Esto ya no debe ser así. La propuesta es que estudiemos este mecanismo crono-ontológico sin tratar de ponerle nuestra propia lógica, aunque ésta vaya contraria a lo que sabemos y concebimos.

Para finalizar, es necesario apuntar que si bien en la época en que el padre Sahagún interrogó a sus informantes la cuenta de las fiestas empezaba en esos años (1565-1568) alrededor del 2 de febrero juliano, 12 de febrero gregoriano, en la actualidad este inicio de ciclo de fiestas veintenales ya se ha desplazado -un día cada cuatro años por efecto de bisiesto cristiano- hasta el mes de octubre. Es decir, el actual ciclo de las dieciocho fiestas empezó el pasado 24 de octubre de 2021, con el día uno de la fiesta de Cuahuitl Ehua, y concluirá el próximo 23 de octubre del 2022, Asi permanecerá sin variar su fecha de inicio también en el año 2023; pero en el 2024 su inicio cambiará, pues ese año se agregará un día bisiesto en el calendario cristiano pero en la cuenta nahua no, razón por la que el inicio del ciclo de las fiestas veintenales empezará un día antes ese año, es decir, en el día 23 de octubre de 2024 y concluirá, con su día quinto nemontemi, el día 22 de octubre del 2025.

Si el lector de este texto ha comprendido que NO hay una fecha en el calendario gregoriano que se mantenga siempre fija para el inicio del ciclo de veintenas en la cuenta mexica, y que este ciclo de dieciocho fiestas es dinámico y que ordenadamente se recorre y adelanta su inicio cada cuatro años, entonces este texto habrá logrado su cometido.


Por su atención, gracias.

PD Si se quiere conocer de forma sencilla la correlación nativa actual del tonalli, veintena y año con el calendario cristiano, recomendamos usar una herramienta en línea en la siguiente dirección web : https:// www.azteccalendar.com/, solo tiene que configurarlo en “settings” de acuerdo a la correlación de Afonso Caso-Nicholson.


Notas:

(1) Sahagún conjeturaba que existía un “sexto nemontemi” como mecanismo de corrección, mientras Benavente aseguraba la ausencia de este en la cuenta de las fiestas veintenales. Además, Hay que subrayar que las opiniones acerca del “bisiesto” sólo aparecen en el texto castellano de Sahagún y no existe ninguna mención en la parte náhuatl de la Historia general. (Gabriel K. Kruell, 2019)


(2) Revisión histórica del “bisiesto náhuatl”: en memoria de Michel Graulich, Gabriel Kenrick Kruell, 2019


(3) Gabriel Kruell, El año nuevo mexica, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/ 1884/1874.


(4) Ibidem


(5) O la veintena de Tlacaxipehualiztli


(6) Similares a los cinco días epagómenos que se agregaban al final de los 360 días del calendario egipcio.


(7) Esta formidable relación matemática de la naturaleza se ajusta también con otros ciclos astronómicos y calendáricos:

365 días (año vago) x 1508 = 365.2421987 (año trópico) x 1507 = 550,420 días.

2,117 tonalpohualli = 260 x 2,117 = 550,420 días.

29 Ciclos de atado de Años (Xiuhnelpilli) = 29 x 52 x 365 = 73 x 260 x 29 = 550,420 días. 18,639 x 29.53058 (Ciclo sinódico lunar) = 550,420.4 días

34 ciclos Inex+29 ciclos Saros = (10,571.95 x 34)+(6,585.32 x 29)= 550,420.58 días. 584/2 (medio ciclo sinódico de Venus) x 1,885=550,420 días

116 (ciclos sinódico de Mercurio) x 4,745=550,420 días = 116 x 13 x 365


(8) Trecenas, los ladrillos del tiempo Capítulo I: Hernán Cortés, César Morlán Valle (2021) Ediciones Uno4Cinco


(9) Propuestas como las presentadas por Arturo Meza, la Continua Tradición Tezcatlipoca, Pueblo de la Luna, etc.


(10) Estos grupos neo-toltecas proponen que para un día cristiano le correspondan dos nombres de días nativos (Serie A y Serie B). Uno inserto en la cuenta que ellos llaman “civil” y otro nombre emanado del tonalpohualli, esto, por obvias razones, genera mucho más confusión.


(11) Šprajc, Ivan, 2000, “Problema del ajuste del año calendárico mesoamericano al año trópico”, Anales de Antropología, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México- Instituto de Investigaciones Antropológicas, vol. 34, pp. 133-160